domingo, 14 de abril de 2013

CHILE Y EL TEATRO MUSICAL: En breve


La historia teatral de Chile no es muy distante de la de otros países latinoamericanos, y en cuanto al Musical, también partiría de las Zarzuelas importadas a principios de siglo para luego ir en búsqueda de su propio estilo mientras que se alterna con producciones del repertorio universal. Sin embargo, a diferencia, pienso, de todos los casos latinoamericanos, incluso los más prolíficos como Argentina y México, Chile es el único que en su memoria teatral popular tiene desde hace casi cincuenta años una obra inédita, original chilena, cuyas canciones, historia y espíritu son de conocimiento prácticamente obligado para cualquier chileno, como parte de una tradición nacional.

La obra a la que me refiero es LA PÉRGOLA DE LAS FLORES, escrita por Isidora Aguirre con canciones de Francisco Flores del Campo. La obra fue estrenada en 1960 en el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, y su historia sencilla y sus canciones pegajosas pronto fueron de una popularidad única en el país, al punto que en 1964 ya llegaba a presentarse una versión argentina de la obra en cine.  La obra es un retrato de la identidad urbana del Chile de las primeras décadas del siglo XX, que en la representación integra ritmos y música tradicionales como el charleston, el vals, las cuecas, un tango-habanera y tonadas.

Isidora Aguirre se dedica a la dramaturgia  a partir de 1953, en medio del movimiento teatral universitario chileno de la época, con una producción teatral que sitúan como una de las mujeres más influyentes en el desarrollo dramatúrgico de su país, con obras posteriores menos alegres y divertidas, y con mayor contenido de denuncia social, tal como LOS PAPELEROS, con canciones de Gustavo Becerra, que fue estrenada en 1962 por el grupo de teatro del sindicato de actores, y luego haría temporada en el Teatro Caupoicán. En ésta obra Isidoro aborda la situación miserable y marginal de personajes que recogen papel de la basura para entregarlos a mediadores que luego los venden a fábricas de celulosa. En ésta obra existe ya una clara influencia del “teatro épico” brechtiano, como lo que ocurriría en Colombia pocos años más tarde con La Candelaria.

Por su situación política, relacionada con la fuerza del movimiento de música latinoamericana en Chile de final del siglo XX, con artistas como Víctor Jara o el grupo Quilapayun, muchos intentos de narración de hechos relacionarían la música latinoamericana con lo teatral; Quilapayún tendría en sus conciertos y discos una muy famosa cantata denominada SANTA MARÍA DE IQUIQUE, grabada en 1970; y una cantata similar a la anterior, que ha sido escenificada en teatro en múltiples ocasiones, es FULGOR Y MUERTE DE JOAQUÍN MURIETA, obra teatral de Pablo Neruda denominada Cantata por su autor, con música de Sergio Orteaga, estrenada el 14 de octubre de 1967 en el Teatro Antonio Varas de Santiago.

Por otro lado, por su cercanía al enorme movimiento teatral de Argentina, Chile desde ya hace buen tiempo que goza de temporadas de Musicales de repertorio, ya sea en gira desde Argentina, o de producción propia, como EL VIOLINISTA EN EL TEJADO (1986), EL MAGO DE OZ (2004) ó EL HOMBRE DE LA MANCHA (2006).


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